martes, 9 de febrero de 2010

Dos generaciones de médicos Akha




Según una antigua leyenda Akha, uno de sus grandes ancestros, Apomiyeh, les dio un alfabeto grabado en la piel de un búfalo. Pero durante una época de hambrunas los Akha se comieron la piel. Perdieron el alfabeto y con él, la escritura. Pero al comerse las letras adquirieron una gran capacidad para recordar textos orales. Un día acompañé a Tam, primer médico Akha con estudios superiores, y a la doctora tradicional del poblado durante un recorrido para registrar la flora local, los nombres Akha y sus propiedades medicinales.





Tam pretende editar un libro con las plantas tradicionales que utilizan los Akha en su medicina. Por supuesto no utilizará la escritura Akha, porque no existe, se la comieron hace ya muchas generaciones. Lo hará en tailandés y en inglés, con una transcripción fonética de los sonidos Akha. Tam pertenece a otra generación diferente a la de la doctora. Los cambios culturales han sido rápidos e intensos. La doctora no sabe escribir, no podría hacerlo ni aunque hubiera querido. Tam necesita registrar todo este conocimiento, quiere escribirlo, grabarlo, filmarlo, para que no se pierda. En efecto, no hay nadie entre las nuevas generaciones que esté interesado o interesada, ya que la mayoría son doctoras, en seguir la tradición oral y recoger el testigo de médico tradicional.

Les estuve ayudando a realizar las fotos de las plantas. Durante dos horas registramos casi cien especies diferentes sólo en los alrededores del edificio donde nos alojábamos.





Durante un momento de descanso, Tam me invitó a probar el “chicle” Akha que utilizan ya sólo las mujeres mayores. Se mezclan cuatro productos diferentes, minerales y hierbas, se envuelven en un trozo de hoja de plátano y se mastica durante un rato, escupiendo la saliva rojiza que se genera de la mezcla. El aroma es fresco y deja una sensación parecida a la de nuestros elixires bucales. Los Akha dicen que protege sus dientes contra las bacterias, o sea que funciona como pasta dentrífica. El efecto secundario es que al cabo de los años los dientes quedan cubiertos de un sedimento negro no muy atractivo a nuestra mirada occidental.


2 comentarios:

Luchida dijo...

Me gusta descubrir el mundo Akha a través de tus textos. Qué alucine que no tengan escritura y vaya chicle más curioso. Lo dicho, que me encanta conocer un poquito más de una cultura que desconocía hasta que llegué a tu blog. Gracias por mostrarnos un trocito de ese "otro mundo" que al fin y al cabo no queda tan lejos de nosotros.

Xavi dijo...

Gracias a ti, Luchida, por tus comentarios. Realmente da gusto comunicarse en una lengua conocida después de estar varios días empleando el lenguaje gestual.
Hasta la siguiente !