lunes, 13 de diciembre de 2010

La democracia herida


Por la prensa nos enteramos hace unos días de que un país pequeño, Islandia, hasta hace poco en bancarrota, está saliendo de la crisis mucho más rápidamente de lo esperado. La clave, nos cuentan, parece estar en que se tomó la decisión de no rescatar a ningún banco, dejarles quebrar si era necesario, con lo cual no se incrementó la deuda pública del país. No sufrieron, por tanto, esta segunda crisis europea asociada al excesivo endeudamiento y a la tiranía de los mercados que han de financiarlo.


Lo asombroso de la noticia es que tal arriesgada decisión la tomaron los propios islandeses en un referéndum. Los políticos de aquel país tuvieron el acierto de consultar a la población. Podemos decir que la democracia directa ha sacado a Islandia de la crisis europea.

A mí me sorprendió más que una noticia como ésta ocupara una pequeña columna en la sección de economía y no el principal titular de la primera página. “La democracia directa saca a Islandia de la crisis” debería ser una noticia ejemplar para que el resto de los países europeos y de sus poblaciones tomaran buena nota. Los mercados, al menos aquí, en el estado español, tienen secuestrada a la democracia desde el momento en que el presidente ha tenido que aplicar unas políticas antisociales en contra de su ideario y programa de partido. Se ha cargado la democracia. ¿Por qué no preguntó al pueblo?

Por los cables de Wikileaks nos enteramos también de la sumisión de los poderes de este país a las presiones de los americanos en múltiples asuntos. Da la sensación de que muchas de las decisiones más importantes han de tener el beneplácito americano. El poder ha sido cómplice de delitos flagrantes, como el caso del periodista Couso, asesinado por soldados americanos en Irak, o los vuelos ilegales de la CIA que secuestraban a ciudadanos haciendo escala en nuestro país. Las decisiones se toman en reuniones secretas, a espaldas de los ciudadanos. Esta falta de transparencia, que ya intuíamos, pero que ahora se manifiesta crudamente, es otro ataque frontal a los principios más básicos de la democracia. Wikileaks no hubiera sido un problema para nadie si la democracia hubiera funcionado correctamente.

Ahora a nosotros, humildes ciudadanos de a pie, sólo nos queda pedir a cualquier partido que se presente a unas elecciones, cómo piensa devolver la autonomía política y la soberanía a las instituciones democráticas. ¿Cómo se piensa eliminar la dependencia de los mercados? ¿Cómo se piensa recuperar la confianza de los ciudadanos cuando la opacidad y la sumisión al más fuerte es la norma? ¿Cómo se piensa restaurar la democracia? Mientras el partido que nos pida su voto no nos conteste claramente a estas cuestiones, y nos convenza, ninguno, absolutamente ningún voto de ningún ciudadano por ese partido tiene sentido ni en la próxima ni en ninguna otra elección futura.