viernes, 29 de mayo de 2009
Ofrendas budistas con danza en Bangkok
Crónicas posttailandesas (III)
La nostalgia me impide olvidarme del todo de este viaje tan especial a Tailandia que tuve el privilegio de realizar. Quiero compartir con vosotros otro clip de video que realicé en Bangkok. Al bajar del Skytrain en el centro comercial de la ciudad, vino a mis oídos un lejano canto de sirenas que atrajo mi curiosidad. Justo en medio del caos circulatorio me encontré con este espacio íntimo aparentemente ajeno al ajetreo circundante. Un contínuo fluir de ofrendantes entraba y salía del recinto mientras la música se mezclaba con el olor de las ofrendas humeantes.
Al revisionar el video me he dado cuenta de algún detalle que me pasó desapercibido cuando lo filmé. Por ejemplo, un papelito con algo escrito que circula de mano en mano entre las bailarinas y el hombre que está junto a ellas.
miércoles, 20 de mayo de 2009
Amor romántico versus amor tailandés
Crónicas posttailandesas (II)
Nota: una versión de este artículo ha sido publicada en el número 63 (enero 2010) de la revista de viajes Altaïr
No quiero acabar estas crónicas sobre Tailandia sin explicaros una historia que encuentro interesante. Tres días antes de marcharme conocí en un parque de Bangkok a Janream, una joven tailandesa de 31 años, madre de dos hijas preciosas, separada de su marido. Tanto ella como yo teníamos tiempo por delante y me explicó la historia resumida de su vida y sus anhelos.
Janream trabajaba doce horas diarias en una fábrica de ensamblaje de componentes electrónicos. Cada semana le cambiaban el turno, ahora de día, ahora de noche. Ella aportaba el sueldo mayor a la economía familiar, su marido trabajaba de uvas a peras y vagabundeaba la mayor parte del tiempo. Por lo visto tenía una amante y Janream se enteró. No armó ningún escándalo, sólo le dijo a su pareja que eligiera entre ella o la otra. El marido trató de convencerla para conservar a las dos mujeres. Janream entonces se largó con sus dos hijas. Poco después la fábrica donde trabajaba quebró. Ahora Janream busca desesperadamente a un “farang” como pareja, un extranjero de piel tan blanca como la persona que está a sus espaldas en la foto. No quiere saber nada de los hombres tailandeses. En este punto me relató su teoría del amor, una teoría que, dice, comparten muchas chicas tailandesas.
Una de las cosas que más me había sorprendido en Tailandia era la cantidad de parejas mixtas de hombres occidentales ya entraditos en años y jóvenes tailandesas con las que te cruzabas por las calles. Pregunté a Jake al respecto, un inglés que lleva cinco años en el país, y me dijo que las tailandesas aman el dinero y los regalos que les ofrecen sus parejas farang. En otra ocasión un americano también afincado en el norte del país, acompañado de su “girlfriend”, me dijo que estas chicas quieren que alguien “cuide de ellas”, “take care of them”, eufemismo que se traduce en que pague las cuentas de la casa, los gastos de sus hijos y la manutención de todos. Poco después me topé con un libro escrito por una tailandesa donde intentaba explicar las diferencias culturales que sobre el amor se tiene en Occidente y en Tailandia. Este concepto romántico del amor como sentimiento arrebatador, cargado de emociones y que puede oscilar caprichosamente según nadie sabe qué designios, es desconocido en Tailandia. Para empezar, en este país los matrimonios implican el pago de una dote del futuro marido a los padres de la novia, justo al contrario de lo que pasa en otros lugares como la India, donde es la familia de la novia la que debe pagar la dote. La diferencia es sustancial. Culturalmente las mujeres tailandesas esperan que quien quiera compartir su vida con ellas deben mostrar su “amor” mediante el cuidado material de la familia, sobre todo de la propia mujer y de los hijos comunes. Ellas entonces son capaces de “amar” a quien cuide de ellas de esta manera y a dejar de “amar” a quien se desentienda de estas responsabilidades. “Amar” aquí incluye en un lugar descatado el mantener relaciones sexuales. Nosotros, que hemos sublimado en el amor nuestros instintos más bajos, nos podemos sentir turbados por este materialismo tan práctico. Y hasta confundidos cuando estamos acostumbrados a denigrar la prostitución porque intercambia sexo por dinero. ¿Son estas tailandesas unas prostitutas? De ninguna manera. Son mujeres prácticas que buscan un apoyo material que complete sus menguantes ingresos y les permita cuidar de los hijos. ¿Es justa esta relación entre farangs y tailandesas? Tampoco. Si no existieran desigualdades entre Occidente y Oriente, y entre las posibilidades económicas de hombres y mujeres, las tailandesas tendrían más autonomía para ir con quien les diera la gana, ya fuera tailandés o no, o con nadie. ¿Se convertirían entonces al amor romántico? No lo sé. Lo único cierto es que en el estado de cosas actual el amor tailandés es práctico y útil y no es en ningún caso hipócrita.
Es posible que Janream quisiera algún tipo de intercambio de este tipo cuando me vio en el parque y me preguntó si viajaba solo. En cualquier caso me interesaba su historia y no pude menos que invitarla a comer y a cenar aquel día. Se despidió de mí instándome a encontrarle a un “farang” entre mis amistades, de entre 35 y 50 años, que estuviera dispuesto a “cuidar de ella”, aunque fuera a distancia, con ocasionales encuentros amorosos. Me ha dado permiso para publicar su historia y su fotografía, no sin antes recordarme que le encuentre a un “farang”. Haré lo que pueda.
domingo, 10 de mayo de 2009
Veneno contra la crisis
Con la excusa de la crisis se llevan a cabo los desatinos más esperpénticos que imaginarse uno pueda. Ahora resulta que para mitigar la bajada de la producción de las grandes empresas automovilísticas, a algunos Estados europeos y comunidades autónomas de nuestro país no se les ha ocurrido nada mejor que subvencionar con una cantidad, 1500 euros en la Comunidad de Navarra por ejemplo, a quien se compre un coche nuevo.
Nada mejor para paliar los efectos desastrosos que la contaminación del transporte provoca en el medio ambiente. La presión de los lobbys europeos del automóvil ha funcionado a la perfección. Bajo la amenaza del cierre parcial de fábricas con la pérdida de puestos de trabajo que ello implicaría, la clase política cede al chantaje y regala una parte de los nuevos coches con el dinero que todos pagamos con nuestros impuestos. O sea, que la solución a una crisis sistémica no es otra que poner más leña al fuego y seguir manteniendo una industria contaminante e hiperactiva. Pan para hoy, hambre para mañana, y sequías, inundaciones, problemas respiratorios y un largo etcétera de desastres. En definitiva, veneno contra la crisis.
Nadie se ha planteado reconvertir la industria del automóvil, como antaño se hizo en nuestro país con la minería del carbón, formando a los obreros de la Seat o la Opel en la industria verde de energías alternativas, por ejemplo. Nadie, ningún político quiero decir, se ha planteado que la crisis del sector la paguen los que han estado cobrando dividendos millonarios de esta misma industria en tiempos de bonanza económica. Al contrario, se sigue subvencionando desde todas las administraciones, estatal, autonómica y local, la producción de veneno en forma de hierro con ruedas. Se regala 1500 euros a quien quiere cambiar de coche mientras los comedores sociales no dan abasto para atender a cientos de personas desesperadas. ¿Cuántas bicicletas podrían comprarse con 1500 euros? ¿Cuántos nuevos talleres y fábricas de bicicleta podrían inaugurarse si se incentivara el abandono del coche a cambio del regalo de una bici para cada miembro de una familia?
En vez de aprovechar los momentos de crisis para realizar los cambios necesarios, nos aferramos al modelo antiguo que ya no funciona. Nos quemamos y echamos más gasolina. Un sistema que basa su éxito en el crecimiento continuo está condenado al fracaso. Nuestro mundo es finito, es imposible crecer indefinidamente. Caminamos hacia la autodestrucción. ¿Nos merecemos a estos políticos tan cortos de vista? ¿Los vamos a tener que mantener todavía por mucho tiempo?
jueves, 7 de mayo de 2009
Nueva edición de Biocultura en Barcelona
Hoy 7 de mayo y hasta el próximo domingo 10, tiene lugar una nueva edición de este salón de la agricultura ecológica, las terapias alternativas y todas esas otras subculturas surgidas como reacción al asco y el malestar que la cultura hegemónica del consumismo depredador y contaminante ha provocado.
Esta mañana me pasé por allí, en el Palau Sant Jordi de Barcelona, gracias a una entrada gratuita con la que me obsequió el BACC, mi club de la bicicleta. He saboreado bebidas refrescantes a base de soja, kamut y tes variados, me he deleitado con pequeños sorbos de un buen vino ecológico murciano, he colmado mi paladar con patés vegetales de sabores curiosos. Y, en fin, me he abierto una cuenta en el Triodos Bank. Sí, me han convencido, hacía tiempo que lo venía pensando pero qué caray, la ocasión era única. Total, pagan más interés que mi caja actual y sin comisiones y encima te quedas con la conciencia más tranquila.
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