miércoles, 24 de diciembre de 2014

Carta al futuro Consejo Ciudadano de Podemos en Barcelona



Llevo unos meses colaborando con Podemos en Barcelona. He participado activamente en el grupo de Municipalismo y en el de Derecho a Decidir de la comisión de Contenidos. También he participado en las reuniones de confluencia con Guanyem para validar un código ético conjunto.

Los/las compañeros/as que me conocen saben que me gusta la transparencia total y la democracia radical y que siempre busco, en la medida de lo posible, el consenso. Formé parte del grupo promotor de la candidatura Barcelona Somos Tod@s – Barcelona Som Tothom, creada de la única forma que concibo se puede crear una candidatura en este contexto, de forma transparente, abierta y democrática. Trabajé con esta maravillosa gente durante los primeros momentos, hasta darle forma y contenido, entre tod@s, al documento político-organizativo. Luego di un paso atrás para dar más visibilidad a las mujeres, pero les sigo apoyando plenamente. Ahora que me he quedado como candidato individual  no hago campaña, si alguien me vota será porque conoce cómo trabajo y le gusta. Teniendo en cuenta que hay una lista que tiene el apoyo explícito de Pablo Iglesias y que copa los 25 puestos vacantes, otra lista alternativa con muy buenas opciones y otras dos que también tienen sus seguidores incondicionales, así como compañeros/as individuales de gran valía que han hecho buenas campañas, con una altísima probabilidad un servidor no va a salir elegido.

Pero sí quiero comentar por aquí dos cuestiones que ya tuve ocasión de explicitar durante el debate de candidatos/as que hubo en el círculo del Eixample. Tienen relación con lo que espero de las personas que formen el futuro Consejo Ciudadano de Barcelona.

La primera es sobre la adecuación de los medios a los fines. Mi experiencia me dice que la credibilidad de una opción política o social, individual o colectiva, y la confianza asociada a esta credibilidad, se consiguen más mediante la práctica, los medios, el “cómo”, que mediante el discurso, los fines, el “qué”. Por eso es importante que los medios para conseguir nuestros fines se alineen con los fines que predicamos.

-         si como fuerza política queremos más democracia y participación en las instituciones, tenemos que propiciarla en nuestra organización interna
-         si queremos más transparencia en la política, tenemos que desarrollarla en nuestra comunicación interna
-         si queremos empoderar a la gente para que decida por sí misma, tenemos que empezar por empoderar a nuestras bases, darles poder de decisión y responsabilidades, a la gente y a los círculos

La segunda cuestión tiene que ver con la crítica interna. Cualquier crítica que se haga desde el respeto, críticas constructivas, honestas, aunque alguna vez se manifiesten con contundencia y pasión, debe atenderse. No se puede catalogar como desleal este tipo de críticas. Más bien al contrario, son una oportunidad para mejorar. Las organizaciones deben evolucionar, cambiar constantemente, y para ello es necesario que en su seno habiten opiniones diferentes y voces críticas. La pluralidad, la diversidad, el cambio, son los motores de la evolución. Y qué mejor que esta crítica constructiva para mostrar por dónde puede transitar el nuevo camino a recorrer.

Pido pues a los/las futuros consejeros/as de Podem Barcelona que tengan presentes estas dos cuestiones. Solo así nos sentiremos cómodos quienes hemos venido trabajando hasta ahora, y lo continuaremos haciendo. De otra forma, nos iremos distanciando, el Consejo se quedará aislado y el proyecto correrá el riesgo de paralizarse y no avanzar.



El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto, dijo Pablo Iglesias, pero para asaltar el cielo hace falta quien apoye desde abajo, “fent pinya” con fuerza e ilusión por sentirse partícipe del mismo proyecto, en el caso que nos ocupa, recuperar Barcelona para la ciudadanía que la habita. Porque si Barcelona somos tod@s, Podem Barcelona también tenemos que ser tod@s.

martes, 9 de diciembre de 2014

El perverso sistema de listas en las elecciones a Consejos Ciudadanos de Podemos

 

Parece ya un hábito institucionalizado en Podemos que la elección a los órganos de dirección estatal o territoriales, se realice a través de “listas” o “candidaturas” de personas agrupadas bajo un lema o documento común. Mientras que para las elecciones europeas se pudo elegir personas individuales en una única lista, para las elecciones internas del Consejo Ciudadano estatal se impuso el formato de varias listas que, aunque abiertas –se podía seleccionar individualmente a miembros de la lista-, en la práctica, mediante la inclusión de una casilla con la que seleccionar a todos los miembros, la lista acababa siendo cerrada. Hay quien defiende este sistema como un ejercicio de libertad de asociación en la que diferentes grupos aunarían fuerzas para defender sus posiciones comunes contrarias a las de los otros, como un ejercicio de respeto a las opciones minoritarias, que también tendrían su posibilidad de organizarse y postularse a los órganos de dirección. Sin embargo, la práctica demuestra que justificar este procedimiento mediante la defensa teórica de la libertad de asociación es una pura falacia.
En primer lugar, no existen en Podemos, en el momento actual, posiciones ideológicas relevantes diferenciadas que justifiquen la creación de grupos o corrientes internas. En la práctica, la formación de listas o candidaturas ha empezado siempre por la creación de una lista “oficialista”, auspiciada por los dirigentes del grupo promotor, que eligen a personas “de confianza” en un proceso opaco y cerrado a la participación de las bases. Como reacción a este proceder se crean entonces “listas alternativas” que obedecen o bien a afinidades territoriales o corporativas –lista de un círculo concreto, territorial o sectorial- o bien a procesos participativos abiertos a las bases más activas, que surgen como reacción al nepotismo.
En segundo lugar, la creación de una lista con tantas personas como miembros tiene el Consejo Ciudadano, dificulta, cuando no imposibilita, la representación de otras candidaturas diferentes, ya sea agrupadas en lista o individuales. La combinación de una lista que tiene el aval de la dirección estatal, del líder mediático, que no deja ningún hueco libre para que se incorporen opciones alternativas, junto con la casilla de “seleccionar tod@s”, apunta a la formación de un Consejo Ciudadano homogéneo, sin pluralidad interna, aunque sus miembros solo hayan sido elegidos con el 51 % de los votos.
En tercer lugar, las elecciones mediante listas introducen el antagonismo dentro del partido en una lógica política schmittiana de amigo-enemigo que, lejos de solucionar conflictos latentes, los agudiza. Al final habrá un único vencedor pero la eliminación del adversario será en detrimento de la inteligencia colectiva y creativa, de esa otra democracia que podríamos construir en nuestra organización y que reclamamos en las instituciones.
No hay que irse tan lejos en la filosofía política para intentar justificar la formación de listas en las elecciones internas de Podemos. Basta con acudir a Gramsci para comprender cómo la clase dirigente intenta reforzar su dominación cultural dentro del partido. La desconfianza hacia las bases, que es uno de los principales motivos del distanciamiento entre representantes y representados, está replegando a la dirección de Podemos sobre sí misma. Es muy probable que la mayoría de Consejos Ciudadanos municipales y autonómicos acaben siendo afines a la dirección del núcleo promotor, porque quien acaba votando en esta democracia mediática de la que no parece que nos queramos mover, es la multitud no activa que se informa a través de los medios de comunicación generalistas. Pero prescindir de las bases más activas, las que se movilizan, las que trabajan y apoyan desinteresadamente en el día a día, es un error de cálculo que acabará pasando factura. Y no solo perjudicará al partido y a sus dirigentes, que se encontrarán solos, sino, lo que es más preocupante, a las posibilidades de cambio social real. Porque como decía Gramsci, el orden social nuevo, si llega, debe forjarse desde abajo. 
Podemos somos -o deberíamos ser- tod@s.