viernes, 16 de agosto de 2013

Un zapatista en Barcelona - La Bolsa o la Vida



Y aquí estoy de visita en la sede de la Bolsa de Barcelona, en el majestuoso Paseo de Gracia, observando y apuntando. Aquí se manejan los capitales, sí, como quien juega en un casino cualquiera. Esta impresión me dio con toda la hilera de pantallitas a lo largo de un pasillo descomunal, e incluso en la cafetería, con todos esos hombres, que ninguna mujer vi, deambulando ociosos con la mirada sobre las pantallas.



Un juego como el de los casinos, pero con la diferencia de que el maldito juego puede precisamente hacer entrar en crisis al mundo y provocar millones de desgracias, efectos colaterales le deben decir aquí. Y todo para ganar más plata que no se sabe ya en qué gastar. Porque el alimento del hombre es sencillo, abundante y hay para todos, me refiero a la manduca pero también al alimento del espíritu, que sobre todo se consigue en aquellos lugares y momentos en los que uno no piensa ni disfruta de lujo alguno, lugares y momentos sencillos, en soledad, o compartidos con gente sencilla y amorosa. Y ahí pues se equivoca quien cree que con más plata va a poder acceder a ese alimento, porque no, va a acceder al veneno que contamina el alimento precisamente, que es el lujo, la codicia o la vanidad, compañeros del capital.



Pero es que si así nomás se jodiera el errado, pero no, resulta que con su maldito proceder jode también al que nomás pretende alimentarse sin lujos. Porque una cosa no entiende y creo que no está bien comprendido por nuestros gobernantes y economistas, y es que la riqueza es como la energía, que no se crea ni se destruye sino que solo se transforma. Y así pues el que más gana lo hace a costa de otros que pierden, y todo está conectado y por tanto el rico debería cargar sobre sus hombros con el horror de estar despojando a cientos de pobres. Y es así, y la gran falacia de este sistema del capital es pensar que uno puede enriquecerse nomás sin hacer daño a nadie, y eso pues no es cierto, que siempre se hace daño a otros o al medio ambiente, que degradamos y contaminamos.



Y eso, que en un mundo con justicia la Bolsa no existiría, porque si una sociedad no tiene capital para crecer, pues no pasa nada, que no crezca, que las cosas luego crecen demasiado y así acabamos como hemos acabado, que esto no da ya más de sí y que un sistema como éste, basado en el crecimiento constante, no puede más que acabar en el colapso total. Era algo de preveer, digo yo, que no se necesitan muchas luces, y no sé que carajo han de esperar ahora los gobernantes de este mundo para pararlo y cambiarlo todo de arriba abajo si quieren que sus hijos y nietos puedan tan solo … vivir.