martes, 19 de diciembre de 2017

Votar en tiempos revueltos


El próximo día 21 Catalunya está llamada de nuevo a las urnas. Yo ya he votado, por correo, en Chiang Mai, Tailandia, ayer lunes, tras recibir la documentación tan solo 4 días antes de las elecciones, con el tiempo justo para que la carta llegue a la embajada en Bangkok. Sé que hay otros catalanes más lejos que no van a tener tiempo de votar. Puede parecer una anécdota pero mi experiencia de voto el pasado 1 de octubre, también por correo, fue que en aquella ocasión la documentación llegó con mucho más tiempo, por email, aun cuando las dificultades, debidas al boicot del Estado, eran mayores. Y es que la proximidad entre el referéndum de hace dos meses y estas elecciones hace que la comparación sea insoslayable. 

Nos repetían en aquella ocasión que se trataba de un referéndum ilegal que no tenía garantías. Y yo me pregunto, en qué legalidad se basa la convocatoria de estas elecciones por el gobierno central después de haber cesado al gobierno autonómico elegido democráticamente y haber disuelto el Parlament, cuando estas atribuciones son exclusivamente potestad del presidente de la Generalitat. Y me pregunto también qué garantías tienen estas elecciones cuando los cabeza de lista de dos de las candidaturas con más posibilidades de gobernar no pueden participar en la campaña en condiciones iguales al resto, uno por estar en prisión y otro por estar en búsqueda y captura en territorio español, ellos y varios miembros más de estas candidaturas. O cuando la Junta Electoral Central dictamina contra el derecho a la información de medios públicos como TV3, o limita la libertad de expresión y manifestación de la gente, perjudicando sistemáticamente a las candidaturas y colectivos independentistas, mientras deja que el resto de medios estatales, públicos y privados, hagan campaña descaradamente por los partidos unionistas. Qué garantías pueden tener estas elecciones cuando la entidad encargada del recuento es una empresa privada elegida a dedo que ha pagado cuantiosas comisiones al PP o cuando varios candidatos no pueden expresarse con libertad en los mítines por miedo a las represalias de los jueces, o cuando desde diversas instancias del gobierno español se amenaza veladamente  con seguir aplicando la represión política y judicial si el resultado no satisface a sus intereses. Y sin embargo, qué talante más diferente el de las fuerzas opuestas al referéndum, que lo intentaron boicotear por activa y por pasiva, con violencia institucional incluida, y el de las fuerzas independentistas que, aun proclamando estas elecciones como ilegítimas, han aceptado el reto de participar para mostrar su fuerza electoral sin que nadie pueda esta vez esgrimir excusa alguna.

 Estas elecciones son anómalas en todos los sentidos, ilegítimas cuando no ilegales si un Tribunal Constitucional realmente imparcial pudiera resolver con equidad el recurso al 155 interpuesto por Podemos, y sin garantías democráticas por la desigualdad manifiesta con la que concurren algunas candidaturas. Pero desde el momento en que todos los actores políticos han decidido participar, a los  ciudadanos nos toca expresarnos y el resultado será determinante para nuestro futuro democrático. Nos jugamos mucho. Nos jugamos mucho más que nuestra adscripción a una nación u otra, a un Estado u otro, pues lo que está en entredicho es la democracia misma.

 En el mes de Agosto de este año, tras los salvajes atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, se alzó una voz colectiva de manera espontánea en todas las plazas catalanas. "No tinc por", "no tengo miedo". Mi interpretación de este lema coreado profusamente es que intentaba expresar no solo un desafío colectivo ante la barbarie de los atentados sino también un desafío colectivo ante las amenazas constantes de un Estado con el monopolio de la violencia preparado para actuar contra los desobedientes que osaran participar en el referéndum del 1 de octubre. Y efectivamente, este desafío colectivo del "no tinc por" se materializó en las concentraciones, más espontáneas que organizadas, aunque algunos jueces no quieran verlo así, del 20 de septiembre ante la Conselleria de Economia y sobre todo, el día 1 de octubre, en los colegios electorales, de forma absolutamente pacífica, pero al mismo tiempo con una determinación asombrosa que ni los policías se lo podían creer. Cuando los antidisturbios empezaban a cargar, la gente, lejos de amedrentarse y huir, alzaba las manos y seguía en su sitio, sentados o en pie, tozudamente alzados, gritando "som gent de pau", "somos gente de paz". Fue una demostración de democracia radical que no se daba desde el 15 M. Lo que ocurrió ese día, junto con lo vivido el día 3 de la huelga general y las manifestaciones de repulsa contra la represión, marcaron un hito que pasará sin duda a formar parte de la historia de las luchas colectivas por la democracia.

 Pues bien, ese espíritu del 1 de octubre de defensa radical de la democracia, sin miedo a represalias ni amenazas de ningún tipo, es el que debería prevalecer en las elecciones del 21 D si queremos defender la supervivencia de nuestra ya de por sí débil democracia. No nos dejemos amedrentar por los partidos que apoyan la represión. Si orientamos nuestro voto en función de nuestros miedos, ya hemos perdido. La conquista de la libertad es dura, nadie dijo que fuera fácil, pero es el único camino si no queremos vivir sometidos a la ley del más fuerte. El futuro está lleno de incertidumbres, nadie sabe lo que va a pasar, pero una cosa está clara: si votamos por miedo o porque no veamos una salida clara a nuestro ideal al tener enfrente al monstruo del fascismo bloqueando todas las puertas, entonces ya habremos perdido, y perderemos no solo lo que deseamos, sino la posibilidad misma de desear algo alguna vez, nosotros o cualesquiera otros que osen aspirar a superar la pesada losa de este llamado "régimen del 78", que no es otro que el monstruo del franquismo disfrazado de aparente demócrata. No lo hemos despertado, no, ya estaba ahí, acechando para actuar cuando fuera necesario.

 Lo que nos jugamos, en definitiva, este 21 de diciembre en Catalunya, pero también en el Estado español, es la elección entre una involución recentralizadora y recortadora de derechos espoleada por ese nacionalismo español, aunque no se reconozca como tal, que tiene su razón de ser en la (re)conquista, territorial e ideológica, o, por el contrario, seguir hacia la superación de ese régimen, caduco y corrupto, proceso arduo y no exento de dificultades, es cierto, pero único camino digno de recorrer si queremos construir una democracia real y social que ponga fin de una vez por todas al lastre de ese imperio fallido que todavía perdura en el alma de la "nación española".

Este 21 D, gritemos, una vez más, "No tenim por !"


lunes, 1 de mayo de 2017

Las "tribus de las montañas" del norte de Tailandia


hombre akha en el norte de Chiang Rai, Tailandia, cerca de la frontera con Birmania

El norte de Tailandia, un área montañosa donde se conservan grandes extensiones de jungla, alberga a varias minorías étnicas con cultura, creencias, tradiciones y lengua propias, las conocidas popularmente como "hilltribes" o "tribus de las montañas". Concentradas sobre todo en las provincias de Chiang Mai, Mae Hong Son y Chiang Rai, entraron en lo que hoy es Tailandia en diferentes oleadas desde el siglo XVIII, pero sobre todo a finales del XIX y principios del XX. Originarias del sur de la China, los Akha, Lahu, Lisu y Karen entraron a través de Birmania, y los Hmong y los Yao a través de Laos. Éstos son los seis grupos principales, siendo los Karen la etnia más numerosa, debido sobre todo a que se establecieron antes en Tailandia al tener que huir de Birmania desde hace tiempo por la represión sufrida allí. Hay quien distingue también como grupo étnico diferenciado a los Padong, cuyas mujeres son conocidas como "mujeres jirafa", pero en realidad son un subgrupo de los Karen. En total se calcula que en el Norte de Tailandia conviven unas 750.000 personas que pertenecen a minorías étnicas, pero el censo real es difícil de conocer ya que muchas no están registradas.

 
poblado akha en Tailandia y poblado akha en Laos

Antes de entrar en el detalle de las características de cada una de las tribus de las montañas, conviene pararse a comentar importantes aspectos comunes a todas ellas que, con frecuencia, están en el origen de ciertos prejuicios culturales, por parte de la sociedad tailandesa e internacional, que dificultan una integración que no sea solo asimilación sino que respete su diversidad cultural.
Primero hay que entender que las hilltribes crean su identidad a partir de su cultura, sus creencias, tradiciones y lengua, pero no a partir del territorio donde viven, que es discontinuo, compartido con otras etnias y cambiante. Se dice, por ejemplo, que para estas poblaciones el río Mekong que separa Laos de Tailandia o las montañas que comparten Birmania y Tailandia, son corredores naturales de desplazamientos y nuevos emplazamientos más que fronteras naturales. La porosidad de la selva entre Birmania y Tailandia y su continuidad geográfica hace que estas poblaciones semi nómadas echen nuevas raíces en el valle de enfrente sin ser conscientes -o sin que para ellos sea algo demasiado importante- de que han cruzado una frontera. 

agricultura de tala y quema

Otro aspecto importante es que tradicionalmente han practicado una agricultura de tala y quema, es decir, cortan árboles y queman el bajo bosque para fertilizar la tierra, la cultivan durante unos años y después se  mueven a otra zona que vuelven a cortar y quemar. Esta práctica ancestral es vista desde muchas instancias como la principal causa de deforestación de las montañas del norte y cada vez es más prohibida y controlada por las autoridades. Sin embargo diferentes estudios académicos muestran que, bajo condiciones demográficas estables que permitan la regeneración del bosque quemado, esta práctica resulta ecológicamente sostenible, y, de hecho, otras zonas de Tailandia como Isán, donde se ha practicado la agricultura extensiva con agroquímicos, han sido deforestadas casi en su totalidad desde hace tiempo. Hablando con amigos Akha sobre este problema, me han explicado que, por ejemplo, cortan los árboles a una altura que les permite crecer de nuevo relativamente pronto, o que hay determinadas zonas de bosque para ellos sagradas que no pueden cortar y que, curiosamente, coinciden con las zonas susceptibles de ser inundadas en la época de lluvias si fueran taladas. El problema de este método tradicional de agricultura surge cuando se intensifica la presión demográfica. En esta región agricultores tailandeses o empresas madereras, con la complicidad de las autoridades, ocupan cada vez más terreno montañoso practicando métodos agrícolas modernos y talando árboles, reduciendo así la extensión de bosque utilizable por las minorías étnicas.

    
 chamana akha y ofrendas budistas en el mismo poblado

Otra característica a tener en cuenta son los sistemas de creencias. Las hilltribes, aunque cada una tiene sus peculiaridades, comparten tradicionalmente el animismo -la creencia en espíritus de la naturaleza-, el culto a los ancestros y a sus espíritus y los rituales con sacrificios animales. Este tipo de creencias es considerado primitivo por la religión oficial budista, aunque tolerado. Sin embargo los misioneros cristianos, sobre todo evangelistas norteamericanos, ven signos diabólicos en muchos rituales y han desplegado un especial afán en convertir a estas poblaciones al cristianismo, consiguiéndolo en una gran parte. Se calcula que más de la mitad de estos pueblos son ahora cristianos. Lo conflictivo respecto a este cambio de creencias es ver pueblos divididos en dos, los convertidos y los que resisten, o el chantaje que se utiliza mediante la inversión de grandes cantidades de dinero en una escuela, por ejemplo, a cambio de que se conviertan, o peor aún, según algunos líderes resistentes, ver cómo toda la sabiduría acumulada para sobrevivir en estrecho contacto con la naturaleza, de una forma sostenible, con el conocimiento de infinidad de remedios naturales para todo tipo de enfermedades, se pierde al cambiar el sistema de creencias.


el consumo de opio es tolerado en personas mayores y casos aislados

Por último hay que mencionar el cultivo del opio, tradicionalmente la cosecha que les permitía comerciar e intercambiar otros productos, sobre todo con comerciantes chinos. Desde 1959 está prohibido en Tailandia, aunque es tolerado su consumo y cultivo individual por personas mayores y en ocasiones ceremoniales. Como alternativa se introdujeron los cultivos de té y café que al menos amortiguaron las pérdidas. Pero lo que ha sobrevivido en el imaginario de la cultura dominante tailandesa es el prejuicio de asociar las hilltribes con el consumo de droga y su tráfico.

familia akha construyendo una nueva casa tras ser expulsados de las tierras donde habían vivido varios años

En definitiva, la mezcla entre las peculiaridades geográficas y el nomadismo, junto con los prejuicios por los sistemas tradicionales de cultivo y de creencias, contribuyen a que la integración de estas minorías en Tailandia sea problemática. Se les considera extranjeros o, en el mejor de los casos, tailandeses de segunda a los que hay que asimilar y adoctrinar en la cultura dominante. Y si bien es cierto que estrictamente han entrado en Tailandia desde Birmania y Laos, también lo es que son los indígenas de esa vasta área conocida con el nombre de Gran Mekong, y que incluye las extensas cadenas montañosas del norte de Tailandia, noroeste de Laos, este de Birmania y sur de la China. En la actualidad, por ejemplo, se calcula que casi la mitad de la población de estos grupos étnicos no tienen la nacionalidad tailandesa reconocida, dificultando por tanto su acceso al mercado laboral, a la movilidad, a las ayudas a la educación pública o a la compra y venta de tierras. Muchas veces son echados de las tierras que han estado cultivando durante años sin ninguna contrapartida, o son detenidos en un control policial teniendo que pasar unos días en la cárcel.
Por estas razones buscan el apoyo de asociaciones y personas que, por un lado, valoren su cultura ancestral y su sabiduría natural y, por otro, contribuyan a dinamizar sus hábitats con alternativas económicas que les permitan sobrevivir a su aculturación creciente. Subiendo su autoestima y su nivel de vida es posible que la cultura dominante tailandesa y sus autoridades empiecen a verlos con otros ojos y les doten de derechos equiparables a los del resto de la población con la que conviven, tomándose más en serio su regularización como ciudadanos tailandeses.

KAREN

mujer karen tejiendo con métodos tradicionales

Son la minoría étnica más numerosa de Tailandia, unas 350.000 personas. Han vivido en Birmania desde hace siglos pero desde el siglo XVIII empezaron a entrar en Tailandia, huyendo del conflicto con el gobierno militar birmano. Se han extendido no solo por el norte sino también por toda la frontera occidental con Birmania llegando a formar núcleos hasta Kanchanaburi, al oeste de Bangkok. Son la hilltribe que vive a más baja altitud y muy frecuentemente en los valles.

karen al cuidado de elefantes

Su economía se basa en el cultivo del arroz en terrazas, frutas y vegetales, crían pollos, cerdos y búfalos, son cazadores y tradicionalmente también han domesticado y utilizado elefantes para transportar troncos en la jungla. La mayoría de campamentos de elefantes en el norte y oeste de Tailandia son gestionados por los Karen.
Como las demás hilltribes, son animistas. Creen en el Señor de la Tierra y el Agua, que interviene en todos los fenómenos naturales. Sin embargo desde el siglo XX la mayoría de los Karen han sido  convertidos al cristianismo, aunque conservan sus rituales de sacrificio para aplacar a los espíritus y asegurar su protección. Junto con los Lahu son la única etnia matrilineal -la descendencia se define por línea materna y los esposos se van a vivir a casa de la mujer-. La mujer tiene un papel social importante siendo la de mayor edad de un poblado quien dirige muchos rituales.

mujer padong

Los Padong, con sus conocidas “mujeres jirafa” o de “cuello largo”, son un subgrupo de los Karen. Empezaron a entrar en Tailandia en los años 80 del pasado siglo y actualmente hay unos 500 en cinco poblaciones, concentradas en la provincia de Mae Hong Son. En Birmania son unos 30.000. Cuando una niña cumple 5 años se le ponen los cinco primeros aros en el cuello y a partir de entonces se añadirá un aro cada año. Contrariamente a lo que se cree, se pueden quitar los aros cuando lo requieren y no les pasa nada, ya que la atrofia muscular es leve. En las últimas décadas se han convertido en una atracción turística, a menudo demasiado invasiva, y con frecuencia se ponen los aros cuando vienen los turistas.


HMONG

niños hmong

Son unas 160.000 personas en Tailandia. Se distinguen varios grupos como los Hmong blancos, los verdes o los negros. Han estado viviendo en China desde hace 3.000 años. A partir de 1850 empezaron a migrar a Laos al entrar en guerra con los chinos y en 1880 en Tailandia. Hubo una gran migración al norte de Tailandia en 1975 cuando ganó el partido comunista de Laos, contra el que habían luchado. Muchos migraron también a USA.
Su economía es como la de las demás hilltribes, basada en el cultivo del arroz, vegetales y frutas y en la cría de pollos y cerdos. Tradicionalmente habían cultivado opio también hasta que se prohibió en Tailandia. Sus poblados suelen estar cerca de las cumbres, entre 1000 y 1500 metros, a más altura que los de otras etnias.

mujeres hmong del grupo negro

También son animistas y creen en varios espíritus del interior de la casa, el de la puerta, el del dormitorio o el del hogar. Como muchas otras etnias, cada poblado tiene un chamán, hombre o mujer, que entra en trance para comunicarse con los espíritus cuando ha de curar a alguna persona. Creen que cada persona tiene tres almas que se separan en la muerte, una va al paraíso, otra se queda en la tumba y la tercera se reencarna. Se acepta la poligamia. Si la primera esposa da su consentimiento y el hombre tiene recursos suficientes, puede tener una segunda e incluso una tercera esposa.


LAHU
                                                                                                                       
Son unas 105.000 personas en Tailandia, divididas en 5 grandes grupos con sus respectivos dialectos. En todo el sudeste asiático son unos 750.000, sobre todo en Birmania y Yunnan, sur de la China, de donde son originarios. Empezaron a entrar en Tailandia a finales del siglo XIX.



mujeres lahu



cerdos en semi libertad en un poblado lahu

Como las demás etnias, cultivan el arroz de montaña, una variedad seca, y también cultivaban opio que ahora han sustituido por frutas con las que consiguen comerciar. También crían cerdos y pollos, cazan pequeños mamíferos y recolectan plantas en la selva.

hombres lahu cocinando

Como los Karen, es una sociedad matrilineal y con fuertes rasgos matriarcales. Los hombres realizan la mayor parte del trabajo en el campo o la selva, así como varias tareas domésticas, mientras que las mujeres se concentran en el cuidado de los hijos. No tienen nombre familiar y sus relaciones se basan en la cooperación y la amistad.

chili secándose al sol en poblado lahu

Creen en una pareja de dioses creadores, Geusha y A Ema. También son animistas y realizan ofrendas al espíritu de la casa para que les proteja. Creen que los espíritus de la naturaleza pueden poseer a una persona y enfermarla. Entonces se necesita al chamán que practicará un exorcismo. Aunque una gran parte se ha convertido al cristianismo, todavía realizan ceremonias animistas. El año nuevo, hacia finales del mes de enero, es la celebración más importante, realizan varios sacrificios de animales, predicen el futuro del pueblo y tocan sus instrumentos tradicionales y bailan, durante varios días.

AKHA


mujer akha con su nieto

En Tailandia se calcula que son unos 70.000. También hay diferentes subgrupos, siendo tres los principales: Loimi, Ulo y Pami. Hay también importantes comunidades en el norte de Laos, Birmania, Norte de Vietnam y sobre todo en Yunnan, China, donde se les conoce como Hani, y de donde son originarios. En el siglo XIX empiezan a emigrar a Birmania, donde todavía hay 320.000 personas, y a principios del XX entran en Tailandia estableciéndose sobre todo en la provincia de Chiang Rai.


joven akha recolectando café

Su economía se basa, al igual que el resto de etnias, en el cultivo de arroz de montaña, vegetales, frutas y cría de cerdos, pollos y búfalos de agua. Abandonaron también el cultivo de opio sustituyéndolo por café y té.

puerta sagrada akha 


columpio o swing ceremonial a la entrada de un poblado akha

Cuando alguien muere su espíritu viaja al mundo de los ancestros. Durante la ceremonia un familiar, generalmente el hijo, recita los nombres de sus ancestros, hasta 60 generaciones anteriores, lo que da idea de su milenaria cultura, conservada hasta nuestros días. También son animistas y creen en la diosa Apu Miyeh como creadora de toda la humanidad y de las diversas culturas. Una aldea akha se puede identificar porque tiene una puerta sagrada, construida con los troncos de 3 árboles y que se renueva cada año. La puerta separa el mundo de los espíritus del de los humanos y, para que quede claro, junto a la puerta esculpen dos figuras de madera, hombre y mujer, con los genitales exagerados. Otro elemento característico es un gran columpio, construido cada año con tres piezas de madera, con el que se columpian durante un festival que se celebra antes de la recolección del arroz. Algunas figuras importantes del mundo Akha son el sacerdote que se encarga de los rituales, el herrero, el jefe del pueblo y la chamana, generalmente una mujer, que intenta curar a los enfermos mediante hierbas y viajes al mundo de los espíritus. Sin embargo en la actualidad muchos Akha se han convertido al cristianismo.


jóvenes akha participando en una ceremonia

El traje tradicional de las mujeres es muy peculiar y distintivo. Se compone de chaqueta de manga larga, blusa, falda hasta la rodilla y leggings de colores llamativos. Llevan también un sombrero muy ornamentado con piezas de metal, conchas y plumas, que tiene una forma distinta según el subgrupo Akha.

YAO


        hombre yao

Son unos 45.000 en Tailandia. También son llamados Mien o Iu Mien. Originarios del sur de China empezaron a migrar a Laos en el siglo XIX huyendo de la represión del gobierno chino. A principios del XX entraron en Tailandia desde Laos estableciéndose primero en las provincias de Nan y Phayao.



mujer yao tejiendo

La economía es la común a las otras hilltribes: arroz, maíz dulce, vegetales y cría de pollos y cerdos.

mujer yao con su nieto

Los Yao se creen descendientes de un héroe o dios, Pien Hung, que llegó a través del océano. Hacen ofrendas a los espíritus de los ríos, árboles y la tierra, responsables de enfermedades y cosechas reducidas. También rinden honores a los ancestros mediante rituales dirigidos por el sacerdote. Otra figura importante es el chamán, responsable de las ceremonias de curación, y el jefe de la aldea, que preside el consejo de ancianos.

LISU

mujeres lisu con los trajes tradicionales

Son unos 38.000 en Tailandia. Se cree que proceden originalmente del noroeste de Yunnan, China y del Este del Tibet. Se establecieron primero en los estados Shan de Birmania y entraron en Tailandia a finales del siglo XIX.

cultivo de arroz de montaña en terrazas

Su economía es similar a la de las otras hilltribes, a base del cultivo del arroz, vegetales, cría de pollos y cerdos y caza de pequeños mamíferos. Se dividen en 12 clanes y el matrimonio entre miembros del mismo clan está prohibido. Los hombres cortejan a la mujer recitando poemas y cuando deciden emparejarse el hombre “rapta” a la mujer, con su consentimiento, y envía un emisario a su padre para negociar la cuantía de la dote.

joven lisu

Son animistas y rinden culto a los ancestros. Creen en un dios de dioses, Wu Sa, quien determina el día de la muerte de cada persona enviándole una carta. También tienen la figura del sacerdote, que dirige los sacrificios de animales ante el altar de los espíritus del pueblo, y la del chamán, quien entra en trance para comunicarse con los ancestros intercediendo por alguien enfermo. También tienen un jefe del pueblo que arbitra en las disputas.

casa lisu construida en altura sobre postes de madera
                                                     
Construyen casas de dos tipos, elevadas del suelo mediante palos de madera en las altitudes más bajas, y directamente en el suelo para mantenerlas más calientes, en altitudes más altas.

Epílogo

Toda esta diversidad cultural está en peligro de extinción en Tailandia. Debido a diversos factores como la globalización y la uniformización que lleva aparejada, la migración de la juventud a las ciudades en busca de un mayor nivel de vida, la falta de derechos asociados a una situación jurídica de desprotección, los prejuicios culturales que generan una baja autoestima, las presiones demográficas, las campañas de conversión al cristianismo o las políticas de asimilación practicadas por las autoridades, las minorías étnicas del norte de Tailandia abandonan progresivamente sus culturas genuinas y la sabiduría ancestral inherente a ellas. Esto supone una pérdida importante no solo para estas sociedades sino para toda la humanidad.

lunes, 23 de enero de 2017

¿Independencia de Catalunya? La necesaria enmienda charnega, social y real-democrática

  “Para superar un callejón sin salida siempre es necesario abrir nuevas puertas, y después tener la fuerza necesaria para emprender el camino que se ve desde ellas”. Anónimo

Desde mi retiro oriental, recuperado el sosiego –aunque todavía frágil- tras unos meses de “tormenta emocional”, quiero retomar la escritura y la reflexión para compartir hacia afuera todo aquello que bulle en mi interior y que, tras su necesaria plasmación en palabras, pudiera ser de utilidad o estímulo a otras mentes lectoras y pensantes.

Quiero abordar aquí la “cuestión catalana” y ofrecer alguna posible superación al callejón sin salida en el que se encuentra este asunto, por supuesto pensando siempre en el bien común, la justicia social y la radicalidad democrática, mis valores-guía. Antes de todo una aclaración: aunque la palabra charnego/a ha servido para descalificar en Catalunya a todo aquel que tenía una diversidad de orígenes catalanes y no catalanes, para mí, un charnego yo mismo, resulta un término elogioso ya que este país no sería lo que es sin esas clases populares inmigradas desde todo el territorio español que se unieron para defender la República desde el primer momento, sufriendo grandes pérdidas humanas y contribuyeron a la industrialización del país y a su dinamismo cultural. Muchos charnegos son orgullosos herederos de todo eso.

En primer lugar voy a exponer lo que percibo ha pasado en los últimos tiempos respecto esta cuestión. La sociedad catalana parece estar dividida más o menos a partes iguales entre partidarios y detractores de la independencia. Lo que parece tener más consenso es la necesidad de consultar a la ciudadanía sobre la cuestión mediante un referéndum. Pero el gobierno central se niega a ofrecer esa posibilidad y, amparado en la supuesta legalidad vigente de una Constitución que no admite el derecho de secesión y en unos tribunales superiores afiliados a su causa, está decidido a anular y reprimir cualquier iniciativa, como ya pasó con la consulta participativa del 9-N. Hubo un tiempo en que, tras la irrupción de Podemos en el panorama político y su defensa del derecho a decidir, la posibilidad de un referéndum pactado parecía posible en un horizonte cercano. Pero tras los últimos resultados electorales han quedado bien patentes dos cosas: una, que la estrategia de “máquina de guerra electoral” de Podemos para conseguir el poder fracasó y, por lo que sea, en España globalmente se votó conservador; y dos, que en Catalunya –y también en Euskadi- se votó muy distinto y allí sí ganaron las fuerzas del cambio. Tenemos pues un panorama de inmovilismo político conservador a nivel estatal mientras que en Catalunya esas mismas fuerzas conservadoras y centralistas, representadas por el PP y Ciudadanos, están claramente en minoría. Desde un punto de vista puramente democrático este panorama sociopolítico tan diferente territorialmente ya debería ser suficiente para abrir la posibilidad de una cesión pactada de la soberanía, cambiando las leyes que fueran necesarias. Sin embargo, el poder conservador se niega a realizar la más mínima concesión democrática y seguimos en un callejón sin salida todavía más flagrante.

Ante el panorama frustrante de este inmovilismo conservador, a los anhelos independentistas solo le quedan dos opciones: la sumisión o la insumisión. Es decir, la rendición al orden centralista, o sea la aceptación de la derrota, o la rebeldía política, para la cual el apoyo de tan solo la mitad justita de la población, si llega, haría muy difícil que prosperase. Mientras tanto el sector de la sociedad catalana no independentista pero que apostó por las fuerzas del cambio parece resignado a aguantar otros cuatro años, como mínimo, la losa política que representa la derecha postfranquista y retrógrada. Pues bien, ante este desolador panorama, el proceso independentista abre una “ventana de oportunidad”, en términos errejonianos, que debe ser aprovechada para el objetivo de una mayoría social amplia que pide un cambio en las relaciones de poder. Se trata de una propuesta de superación del callejón sin salida independentista que, al mismo tiempo, supondría la posibilidad de construir una sociedad más justa e igualitaria, anhelo de la izquierda de los Comuns: la creación de una mayoría social y política, nacionalista y no nacionalista, que opte por la rebeldía política contra el inmovilismo construyendo una república catalana social y radicalmente democrática, que sea un modelo para otros pueblos de que realmente sí se puede construir otro mundo. Sólo con el respaldo de una clara mayoría social, y no tan solo de la mitad más uno, es posible la rebeldía política al orden establecido. ¿Pero cómo es posible construir esta mayoría social?

Una de las cosas que constaté durante mi activismo en el Podemos-Catalunya inicial, anterior a su articulación en partido clásico de estructura piramidal, fue que respecto a la cuestión catalana, abordada en el grupo de trabajo del Derecho a Decidir del que formé parte activa, el personal estaba profundamente dividido en tres bloques: independentistas –en franca minoría-, federalistas –quizás mayoritarios- y unionistas –también en minoría pero muy beligerantes-. Por eso era una cuestión que siempre se intentaba esquivar y ante la cual los dirigentes de esta izquierda, representada antes por el PSC e ICV-EU y ahora mayoritariamente por En Comú Podem, siempre se han sentido muy incómodos sin decantarse claramente por ninguna opción. Sociológicamente una parte importante de los votantes de estas opciones, siendo el cinturón rojo de Barcelona el paradigma, tienen o han tenido lazos estrechos con otros pueblos de España, vínculos familiares y afectivos que impregnan su cultura y entorno más inmediatos. Son sobre todo anti-nacionalistas catalanes. Obviamente la parte unionista más radical, implícita o explícitamente nacionalista española, difícilmente aceptará la secesión. Pero los federalistas, internacionalistas y, en cualquier caso, no nacionalistas –ni españoles ni catalanes-, es posible que opten por la rebeldía política siempre y cuando ésta se replantee en sus términos y, digamos, se “desnacionalice” la propuesta de independencia. Se trata de seducir a esa parte de la sociedad catalana "charnega", progresista, no nacionalista, que ama el territorio donde reside y a su gente, Catalunya o España, pero que al mismo tiempo es consciente de que si hubiera nacido en México, amaría a su pueblo mexicano. ¿Cómo se consigue esta mayoría social clara por la Independencia? ¿Cómo se des-nacionaliza el proceso de Independencia y se hace atractivo a la sociedad progresista no nacionalista?

La propuesta pasa por dibujar, pintar, esa Catalunya que se quiere construir, antes de preguntar al personal si quiere su soberanía. Para ello es necesario un gran pacto entre los actuales partidarios nacionalistas de la independencia, en su versión burguesa o anticapitalista, y los votantes tipo de Comuns o socialistas, donde se aclare:

-          Que en la nueva República Catalana estarán garantizados los derechos sociales básicos a la educación, la sanidad, la vivienda, y la supervivencia digna, mediante una renta básica universal
-      Que se crearán mecanismos de participación democrática vinculantes, empezando por la redacción de la nueva Constitución, para convertir a Catalunya en el Estado más democrático del mundo
-          Que se crearán mecanismos de control y transparencia de las políticas públicas y su gestión económica para perseguir de raíz cualquier tentación de corrupción política o administrativa
-        Que se aceptará la doble nacionalidad, española y catalana. Que el idioma español seguirá siendo idioma oficial, junto con el catalán, como lo es ahora en el Estatut
-          Que no se establecerá ningún tipo de frontera, para personas o mercancías, con los diferentes pueblos de España
-      Que Catalunya ayudará, en la medida de sus posibilidades, a otros pueblos de España, de Europa y del mundo que quieran conseguir la transformación política, social y democrática que ella está construyendo

Si todos estos derechos y avances democráticos, así como el respeto al origen y vínculos culturales con otros pueblos de España, están garantizados, ¿qué demócrata y progresista no nacionalista, ni catalán ni español, va a renunciar a esta posibilidad? Sólo así, sumando a una amplia mayoría social que la respalde, como ya pasó con la unión entre las clases populares y trabajadoras, mayoritariamente inmigradas, y la burguesía catalana ante el alzamiento fascista de 1936, es posible plantearse con seriedad y optimismo la rebeldía política y la insumisión en pos de un cambio hace tiempo anhelado hacia una república justa, libre, igualitaria y culturalmente diversa.

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I el mateix article en català:

"Per superar un atzuçac sempre és necessari obrir noves portes, i després tenir la força necessària per emprendre el camí que es veu des d'elles". Anònim.

Des del meu retir oriental, recuperat l'assossec -encara fràgil- després d'uns mesos de "tempesta emocional", vull reprendre l'escriptura i la reflexió per compartir cap a fora tot allò que bull en el meu interior i que, després de la seva necessària plasmació en paraules, pogués ser d'utilitat o estímul a altres ments lectores i pensants.

Vull abordar aquí la "qüestió catalana" i oferir alguna possible sortida a l’atzuçac en què es troba aquest assumpte, per descomptat pensant sempre en el bé comú, la justícia social i la radicalitat democràtica , els meus valors-guia. Abans de tot un aclariment: encara que la paraula xarnego / a ha servit per desqualificar a Catalunya a tot aquell que tenia una diversitat d'orígens catalans i no catalans, per a mi, un xarnego jo mateix, resulta un terme elogiós ja que aquest país no seria el que és sense aquestes classes populars immigrades des de tot el territori espanyol que es van unir per defensar la República des del primer moment, sofrint grans pèrdues humanes i van contribuir a la industrialització del país i al seu dinamisme cultural. Molts xarnegos són orgullosos hereus de tot això.

En primer lloc vaig a exposar el que percebo ha passat en els últims temps respecte aquesta qüestió. La societat catalana sembla estar dividida més o menys a parts iguals entre partidaris i detractors de la independència. El que sembla tenir més consens és la necessitat de consultar a la ciutadania sobre la qüestió mitjançant un referèndum. Però el govern central es nega a oferir aquesta possibilitat i, emparat en la suposada legalitat vigent d'una Constitució que no admet el dret de secessió i en uns tribunals superiors afiliats a la seva causa, està decidit a anul·lar i reprimir qualsevol iniciativa, com ja va passar amb la consulta participativa del 9-N. Hi va haver un temps en què, després de la irrupció de Podem en el panorama polític i la seva defensa del dret a decidir, la possibilitat d'un referèndum pactat semblava possible en un horitzó proper. Però després dels últims resultats electorals han quedat ben paleses dues coses: una, que l'estratègia de "màquina de guerra electoral" de Podem per aconseguir el poder va fracassar i, pel que sigui, a Espanya globalment es va votar conservador; i dos, que a Catalunya -i també a Euskadi- es va votar molt diferent i allà sí van guanyar les forces del canvi. Tenim doncs un panorama d'immobilisme polític conservador a nivell estatal mentre que a Catalunya aquestes mateixes forces conservadores i centralistes, representades pel PP i Ciutadans, estan clarament en minoria. Des d'un punt de vista purament democràtic aquest panorama sociopolític tan diferent territorialment ja hauria de ser suficient per obrir la possibilitat d'una cessió pactada de la sobirania, canviant les lleis que fossin necessàries. No obstant això, el poder conservador es nega a realitzar la més mínima concessió democràtica i seguim en un atzuçac encara més flagrant.

Davant el panorama frustrant d'aquest immobilisme conservador, als anhels independentistes només li queden dues opcions: la submissió o la insubmissió. És a dir, la rendició a l'ordre centralista, o sigui l'acceptació de la derrota, o la rebel·lia política, per a la qual el suport de tan sols la meitat justeta de la població, si arriba, faria molt difícil que prosperés. Mentrestant el sector de la societat catalana no independentista però que va apostar per les forces del canvi sembla resignat a aguantar quatre anys, com a mínim, la llosa política que representa la dreta postfranquista i retrògrada. Doncs bé, davant d'aquest desolador panorama, el procés independentista obre una "finestra d'oportunitat", en termes errejonians, que ha de ser aprofitada per a l'objectiu d'una majoria social àmplia que demana un canvi en les relacions de poder. Es tracta d'una proposta de superació de l’atzuçac independentista que, al mateix temps, suposaria la possibilitat de construir una societat més justa i igualitària, anhel de l'esquerra dels Comuns: la creació d'una majoria social i política, nacionalista i no nacionalista, que opti per la rebel·lia política contra l'immobilisme construint una república catalana social i radicalment democràtica, que sigui un model per a altres pobles mostrant que realment sí es pot construir un altre món. Només amb el suport d'una clara majoria social, i no tan sols de la meitat més un, és possible la rebel·lia política a l'ordre establert. Però com és possible construir aquesta majoria social?

Una de les coses que vaig constatar durant el meu activisme en el Podem-Catalunya inicial, anterior a la seva articulació en partit clàssic d'estructura piramidal, va ser que pel que fa a la qüestió catalana, abordada en el grup de treball del Dret a Decidir del qual vaig formar part activa , el personal estava profundament dividit en tres blocs: independentistes -en franca minoria-, federalistes -potser majoritaris- i unionistes -també en minoria però molt beligerants-. Per això era una qüestió que sempre s'intentava esquivar i davant la qual els dirigents d'aquesta esquerra, representada abans pel PSC i ICV-EU i ara majoritàriament per En Comú Podem, sempre s'han sentit molt incòmodes sense decantar-se clarament per cap opció. Sociològicament una part important dels votants d'aquestes opcions, i el cinturó roig de Barcelona n’és el paradigma, tenen o han tingut llaços estrets amb altres pobles d'Espanya, vincles familiars i afectius que impregnen la seva cultura i entorn més immediats. Són sobretot anti-nacionalistes catalans. Òbviament la part unionista més radical, implícita o explícitament nacionalista espanyola, difícilment acceptarà la secessió. Però els federalistes, internacionalistes i, en qualsevol cas, no nacionalistes -ni espanyols ni catalans-, és possible que optin per la rebel·lia política sempre i quan aquesta es replantegi en els seus termes i, diguem, es “des-nacionalitzi” la proposta d'independència. Es tracta de seduïr aquesta part de la societat catalana "xarnega", progressista, no nacionalista, que estima el territori on resideix i a la seva gent, Catalunya o Espanya, però que al mateix temps és conscient que si hagués nascut a Mèxic, estimaria al seu poble mexicà. Com s'aconsegueix aquesta majoria social clara per la Independència? Com es des-nacionalitza el procés d'Independència i es fa atractiu a la societat progressista no nacionalista?

La proposta passa per dibuixar, pintar, aquesta Catalunya que es vol construir, abans de preguntar al personal si vol la seva sobirania. Per a això és necessari un gran pacte entre els actuals partidaris nacionalistes de la independència, en la versió burgesa o anticapitalista, i els votants tipus de Comuns o socialistes, on s'aclareixi:

-       Que en la nova República Catalana estaran garantits els drets socials bàsics a l'educació , la sanitat, l'habitatge, i la supervivència digna, mitjançant una renda bàsica universal
-          Que es crearan mecanismes de participació democràtica vinculants, començant per la redacció de la nova Constitució, per convertir Catalunya en l'Estat més democràtic del món
-     Que es crearan mecanismes de control i transparència de les polítiques públiques i la seva gestió econòmica per perseguir d'arrel qualsevol temptació de corrupció política o administrativa
-          Que s'acceptarà la doble nacionalitat, espanyola i catalana. Que l'idioma espanyol seguirà sent idioma oficial, juntament amb el català, com ho és ara a l'Estatut
-        Que no s'establirà cap tipus de frontera, per a persones o mercaderies, amb els diferents pobles d'Espanya
-    Que Catalunya ajudarà, en la mesura de les seves possibilitats, a altres pobles d'Espanya, d'Europa i del món que vulguin aconseguir la transformació política, social i democràtica que ella està construint

Si tots aquests drets i avenços democràtics, així com el respecte a l'origen i vincles culturals amb altres pobles d'Espanya, estan garantits, quin demòcrata i progressista no nacionalista, ni català ni espanyol, renunciarà a aquesta possibilitat? Només així, sumant a una àmplia majoria social que la recolzi, com ja va passar amb la unió entre les classes populars i treballadores, majoritàriament immigrades, i la burgesia catalana davant l'alçament feixista de 1936, és possible plantejar-se amb serietat i optimisme la rebel·lia política i la insubmissió a favor d'un canvi fa temps anhelat cap a una república justa, lliure, igualitària i culturalment diversa.