martes, 16 de abril de 2013

Un zapatista en Barcelona - La mejor tienda del mundo


El cabildo de esta ciudad puso este lema como reclamo turístico: la mejor tienda del mundo, la millor botiga del món, en català. No sabía yo al principio qué querían comunicar con este lema y cuáles eran las consecuencias. Me fui al mar, al barrio que llaman de la Barceloneta, a preguntar a la gente y a ver qué me explicaban de su ciudad.



Y es allí donde un grupo de vecinos muy enfadados con el cabildo, el ayuntamiento lo llaman acá, me dijeron que las autoridades habían vendido la ciudad al turismo internacional. Que los grandes grupos hoteleros habían hecho un gran negocio con la linda ciudad como reclamo. En tan solo unos pocos años se han triplicado las plazas hoteleras y ahora llegan turistas de todos lados. Quieren que sea además un turismo de élite porque les da más plata. Así que han negociado con las grandes compañías de cruceros para que atraquen sus transatlánticos acá.



Los vecinos de la Barceloneta estaban fastidiados porque dicen que quieren echarlos del barrio, que "la millor botiga del món" no puede tener como escaparate unas casas humildes con la ropa tendida de los balcones. Que el "populacho" no puede tener el privilegio de habitar junto a las bonitas playas. Así que les están presionando también a ellos para que abandonen su barrio de toda la vida y conviertan sus pequeños pisos en apartamentos para turistas. Dicen también que la ciudad consiguió abrirse al mar hace unos años pero que ahora están tapando de nuevo el horizonte marino con la construcción de grandes edificios junto al mar para la élite empresarial y hotelera de la ciudad. Este hotel de la foto, el "hotel Vela", es un hotel de lujo de reciente construcción. Le hicimos fotos de todos los ángulos. Dicen que se construyó sin respetar la ley de costas, la misma ley que unos años antes echó a tierra unos chiringuitos populares junto al mar. Una habitación de este hotel cuesta casi 300 euros la noche, que es un poco menos que el sueldo mínimo mensual en este país. Cuando pasé por allá una gran limusina blanca esperaba en el parking a algún invitado ilustre. Me dio bastante asco, la verdad, y apunto estuve de vomitar.

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