domingo, 30 de agosto de 2009

El norte tropical de Queensland



Crónicas australes (X)

A unos cien kilómetros antes de llegar a Cairns, como si no quisiéramos alcanzar todavía nuestro destino, nos desviamos hacia el interior por el altiplano occidental o "tablelands". El aire allí se refresca un poco. Paramos en la Granite Gorge, cerca de Mareeba, donde dejamos nuestra sombra impresa sobre una gran roca sobre el río.


Allí también volvemos a entablar estrecho contacto con la fauna local, en este caso con un grupo de "rock wallabies", una especie de marsupiales que ha desarrollado un estratégico efecto de camuflaje con el granito del entorno. En los alrededores nos sorprenden unos enormes termiteros.





Rodeamos Cairns sin entrar en ella y alcanzamos Port Douglas por el norte. Desde aquí realizamos nuestra segunda y obligada "guiri excurssion" para nadar junto a los peces que habitan el gran arrecife de coral. Mientras los guiris se calientan al sol como lagartos, en estas cálidas aguas se pasean curiosos peces de vistosos colores sobre el coral añil, rosado o verdoso. Volvemos a "snorklear" en tres parajes diferentes del arrecife, en su extremo exterior, donde las olas rompen contra él.





Los últimos días en el trópico los disfrutamos en Cape Tribulation, donde acaba la carretera asfaltada de la costa por el norte. Una vez se pasa el río Daintree con el ferry, la selva ya invade el litoral hasta el mar. Una pequeña carretera de curvas es lo máximo que la civilización se ha permitido ultrajar de la selva. Aquí ya sí la naturaleza se impone sin contemplaciones, como una tormenta sobre la playa desierta del trópico.



Nos quedamos sin poder hacer la foto al cassowary, pero para compensar tal insatisfacción, recorrimos en un pequeña barca de motor eléctrico un trecho del río Daintree por si podíamos ver algún cocodrilo. Pues sí, tres o cuatro se calentaban al sol. Estaban bastante inactivos en esta época del año, pero eran lo suficientemente grandes como para amedrentarnos. Por si acaso, nos cogimos bien fuerte del bote.



Aquí acaban nuestras peripecias por las antípodas. Estuvimos finalmente en Cairns y desde allí volamos a Melbourne. Escribo ahora desde el aeropuerto de Kuala Lumpur, gracias a unas cuantas horitas ociosas. Nos queda todavía un buen trecho hasta casa. Desde allí escribiré un par o tres de artículos más con alguna que otra reflexión sobre estas experiencias.

Hasta la próxima, ya desde la querida Barcelona.


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