viernes, 31 de octubre de 2008

Las enseñanzas del rey Lear. La historia se repite.





Éste es un artículo publicado en el año 2002 en el diario digital Informativos.info, ya desaparecido. Entonces denunciaba las ayudas públicas recibidas por una empresa privada multinacional que cerró dejando en la piqueta a cientos de trabajadoras. La historia se repite estos días con el presunto cierre de la fábrica catalana de Nissan, receptora de ayudas públicas de más de 40 millones de euros en pocos años. El color del gobierno de turno -Aznar/Pujol entonces, Zapatero/Montilla ahora- no es ninguna garantía para el uso responsable de los recursos públicos. Se sigue pensando que ayudar a las empresas sin contrapartidas ni compromisos es la forma adecuada de "activar la economía" en beneficio de todos. Nadie aprende de los errores del pasado ni nadie dimite por incompetente.



No, no se trata aquí de analizar las enseñanzas sobre las pasiones humanas que podemos extraer del drama de Shakespeare. Se trata de aprender de las consecuencias que una decisión fría y calculadora, tomada a miles de kilómetros de distancia, tiene sobre la vida de miles de trabajadores, y de cómo nuestros poderes públicos son corresponsables de este drama real y cercano.

Hace unos meses, en un despacho de Detroit, un grupo de directivos de la compañía Lear, una multinacional de la industria del automóvil, acordó cerrar 21 de sus fábricas, repartidas por todo el mundo. La semana pasada trascendió a la opinión pública que una de estas fábricas estaba situada en Cervera, un pueblo leridano. Más de 1200 personas, un 80 % mujeres, se quedarán sin cobrar uno de los salarios más bajos de España del ramo del metal. Entre los trabajadores afectados se encuentra también un centenar de presos de centros penitenciarios de Lleida y Tarragona que, a través de una iniciativa de la Generalitat, trabajaban para la compañía. La fábrica es rentable, ha obtenido cuantiosos beneficios en los últimos años, pero parece ser que en los países del Este los salarios son todavía más bajos y los sindicatos tienen poca fuerza. Allí trasladará la multinacional parte de la producción desmantelada. La decisión es muy racional y utiliza un argumento bien simple: cuanto más barata es la mano de obra, mayor es el beneficio. ¿Por qué nos escandalizamos tanto? ¿No se trata de una lógica perfectamente clara la que sigue este rey del cálculo neoliberal? Puedo imaginarme a los ejecutivos delante de gráficos, estadísticas y simulaciones, escuchando atentamente al responsable de la planificación estratégica. Total, ¿quién conoce a esos pobres desgraciados de nombres tan impronunciables como Fuster, Conillera o Solà? Si fueran nuestros vecinos nos lo pensaríamos dos veces, no fuera que se les ocurriera romper los cristales de nuestras casas. Pero estando tan lejos ...

Más o menos por la misma época en que la compañía de Detroit tomaba esta decisión, el movimiento antiglobalización se manifestaba contra el Banco Mundial por las calles de Barcelona. El presidente de la Generalitat, Honorable señor Jordi Pujol, arremetió entonces contra los movilizados tildándolos de revoltosos que no ofrecen ninguna alternativa. Parece ser que el Honorable señor Jordi Pujol sí tenía y tiene la solución a nuestros problemas. Todo consiste en subvencionar a empresas globales y en facilitarles cualquier tipo de ayuda para que se instalen en nuestro país. ¡Benditos sean los puestos de trabajo! Se busca el lugar con el peor convenio colectivo, se paga formación a mujeres y reclusos con dinero público, unas rebajitas fiscales por aquí, unas infraestructuras gratuitas por allá, y el capital fresco inunda nuestras tierras. Pero el President debería saber que el capital se mueve como pez en el agua en este mercado único y que, tan pronto como llega, se reproduce y se va. La misma ignorancia anida en las palabras del alcalde de Cervera cuando declara “no esperábamos tanta ingratitud de la multinacional Lear”. El gobierno municipal se había dejado también sus dineros en mejorar los accesos a la fábrica y en pagar el transporte de los trabajadores, además de otras ayudas. La ingenuidad puede ser positiva en boca de quien, sin armas ni experiencia, se lanza hacia la utopía. Pero desde la responsabilidad política, cuando se manejan recursos públicos y se tiene poder para decidir su uso, la consecuencia de la ingenuidad sólo puede ser una: malversación de fondos.

Este caso debería servir para ilustrarnos acerca de los efectos que la lógica del capital tiene sobre nuestras vidas. La globalización neoliberal no atañe sólo a lejanos países del Tercer Mundo. Allí, sin duda, se da en toda su crudeza. Pero quizás, si nos damos cuenta de que nosotros o nuestros vecinos también somos víctimas de este pensamiento único, podremos por fin motivarnos a pensar, entre todos, en las alternativas posibles. Empecemos a buscarlas a través de un enunciado bien simple: no queremos puestos de trabajo a cualquier precio, lo que queremos es que nuestras necesidades, tanto materiales como espirituales, estén cubiertas. Las nuestras y las de cualquier habitante del planeta. ¿Aprenderán nuestros gobernantes algún día la lección? El rey Lear se ha ido pero sus hijas no lo van a llorar porque otra lógica, más humana, más ética, es posible.

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