jueves, 26 de marzo de 2009

De boda con los akha






Crónicas tailandesas (VI)




Un día antes de terminar la estancia en el campo de trabajo, Tipi, una trabajadora de la organización, nos invita a la boda de su hermano pequeño en el poblado donde reside su familia. Las bodas akha duran tres días con sus dos noches. Durante todo este tiempo los anfitriones ofrecen comida y bebida en abundancia a los numerosos invitados, entre los que nos encontrábamos en esta ocasión Iris, Amy y yo.


Nosotros asistimos al último día. Se llevaban sacrificados ya cinco cerdos. Llegamos a tiempo de ver cómo despiezaban el último, tarea asignada a los jóvenes adolescentes varones del pueblo. Lo cortan a trocitos a lo largo de una mesa con afilados cuchillos que envuelven la atmósfera de un cadente golpeteo.

Aquí les encanta beber la cerveza local en vasos cargados de cubitos de hielo. En ningún momento falta ni comida, ni bebida ni hielo. Cuando alguna de estas cosas parece empezar a escasear, tres o cuatro niños proveen de nuevo con repuestos en abundancia.

En un momento dado de la larga sobremesa, regada con cerveza sin descanso, me levanto a hacer unas fotografías y me detiene Li, un vecino que me invita a su mesa para charlar un rato. Me explica que le tuvieron que cortar la pierna por debajo de la rodilla porque le mordió una serpiente y se le complicó la herida. Al cabo de un rato se han unido a la mesLa madre de Li con  su nietoa Iris y Amy y entonces Li nos invita a su casa. Nos ofrece un pedazo de panal de rica miel, así, al natural, mientras nos explica otro de los problemas lacerantes de los akha. En el año 2004 el pueblo fue ocupado por más de 200 policías y soldados que buscaban droga. Casi todos los jóvenes varones se escondieron durante tres días en las montañas. Y es que los akha cultivan y consumen opio de forma tradicional desde hace cientos de años y parece ser que algunos también intentan sacarse un sobresueldo con su venta. Li nos enseña un capullo de opio mientras nos explica esto. También nos dice que andan desesperados porque el café que cultivan como alternativa al opio, el afamado Doi Chaang, no lo consiguen vender si no es a precios muy bajos. ¿Cómo no van a dedicarse a vender opio si el cultivo alternativo que las autoridades intentan promover no les da para vivir? Li se va cada año unos meses a trabajar a Phuket, famoso destino turístico de playa, para poder alimentar a su familia. Los akha tienen fama de ser traficantes de droga pero tras conversar con Li da la impresión de que lo único que intentan es sobrevivir en un mundo del que cada vez se sienten más excluidos. El marido de Tipi nos interrumpe y nos reclama. La cena está servida y tenemos que volver a la mesa.

A los novios ni los hemos visto. Mientras la gente se atiborra parece que en el piso de arriba se celebra alguna ceremonia reservada sólo a los más íntimos. Después de cenar correspondemos con algún dinero a la madre de la novia y regresamos a Chiang Rai.


1 comentario:

Ma. José dijo...

Hola Javier, ahora sí, he leído todos tus comentarios del viaje. FELICIDADES. Quien vale, vale